Usualmente asistimos a exhibiciones de parejas de baile en las milongas donde,
a veces, los bailarines improvisan; otras, realizan coreografías pre-fijadas.
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La improvisación en el tango tiene un gran misterio. Hay una cierta pereza en la respuesta del movimiento a la música inefablemente bella. No digo que lleguen tarde. El mecanismo de la creación instantánea usa tiempo y eso se traduce en una dinámica de movimiento más cadencioso. Algo intangible se sucede, se desgrana, a medida que los bailarines van recorriendo la pista. Suelo detenerme a mirar las expresiones de los bailarines que improvisan. Ese “no saber” qué es lo que va a pasar les genera expresiones únicas y verdaderas. El varón tiene la tarea de hacer varias cosas casi a la vez: escuchar la música, imaginar la secuencia, transmitírsela a la mujer con el timing suficientemente para que ella reaccione coordinadamente. Hay partes de esto que suceden en automático y con maestría en las parejas que son grandes improvisadores. Conocer la estructura musical y escuchar infinidad de veces los tangos les da la capacidad de pre-diseñar mentalmente algunas secuencias o por lo menos qué tipo de combinación van a hacer en determinado fraseo musical. Aunque el factor sorpresa esta ahí siempre. Dejarse invadir por la música permite que aparezcan cosas que sorprenden hasta a los mismos intérpretes.
Para mí esto es el tango, la revelación espontánea, nació así, es un eterno presente. El desafío para los bailarines es hacer exhibiciones improvisadas que sean verdaderas creaciones, en cuanto al mensaje, estilo, encadenamiento de las secuencias, uso de la música, etcétera. Esto se puede desarrollar y pide un trabajo especial.
En cambio, la coreografía tiene la ventaja de que, al saber los bailarines las secuencias de antemano, imprimen la intención y actitud deseadas en cada instancia de la misma. Permite manejar mejor el efecto, poner más o menos energía a determinado movimiento, prepararlo, buscar orientaciones y frentes. Esto beneficia la exhibición en teatro, donde es más complejo entregarse al riesgo de la improvisación.
Ahora yo me pregunto: la coreografía de tango ¿es tango? No es presente, ya fue hecha, pensada, armada y sale siempre igual. Es tiempo pasado. Vendría a ser una representación del tango, una recreación. Ninguna de estas dos opciones es mejor o peor, son bien diferentes y cada una ofrece sus beneficios. Sería bueno que la brecha entre una y otra fuera más corta. ¿Cómo lograr mantener la frescura de la improvisación en la coreografía?
Valoro a los bailarines que improvisan sus exhibiciones. Últimamente vi improvisar magistralmente a Julio y Corina en el Parakultural. Su entrega, su juego, el permitirnos asistir a eso que iban descubriendo juntos fue un momento mágico para recordar.
El público muy agradecido. •
Copyright © El Tangauta 2007
Is this tango?
We usually watch dance exhibitions at milongas when, at times dancers improvise, and other times they dance a pre-set choreography.
Improvisation in tango has a great mystery. There is certain laziness in the response of the movement to the ineffably beautiful music. I am not saying that they arrive late. The mechanism of on-the-spot creation takes time and that is translated in a dynamic of movement with more cadence to it. Something intangible ensues, trickles, as the dancers travel along the dance-floor. I usually stop to observe the expressions of the dancers who are improvising. That "not knowing" what is going to happen generates some true and unique expressions. The man has several tasks to do almost at once: to listen the music, to imagine the sequence, to transmit it to the woman with enough time so that she reacts in coordination. There are parts of these that happen automatically and masterfully in couples that are great at improvising. Knowing the musical structure and listening to the tangos an infinite number of times gives them the capacity of pre-designing mentally some sequences or at least what type of combination they are going to do in a certain musical phrasing. But the surprise factor is always there. Letting themselves be taken over by the music allows some things to emerge that surprise even the performers themselves.
For me this is tango, the spontaneous revelation, this is how it was born, it is eternally in the present. The challenge for the dancers is to do improvised exhibitions that are true creations with respect to the message, style, linking of sequences, use of the music, etc. This can be developed and requires a special kind of work.
On the other hand, choreography has the advantage of the dancers being able to imprint the desired intention and attitude in each instance of the sequences, since the dancers know them beforehand. It allows them to handle effect better, to put more or less energy into a movement, to prepare it, to seek orientation and directions. This benefits exhibition in a theater, where it is more complicated to give oneself to the risk of improvisation.
Now I ask myself: is tango choreography tango? It is not in the present, it has already been created, thought out, put together and it looks always the same. It is in the past. It is like a representation of tango, a recreation. Neither one of these options is better or worse, they are very different and each one offers its benefits. It would be good if the gap between them were smaller. How can one manage to maintain the freshness of improvisation in choreography?
I value dancers who improvise their exhibitions. I recently saw Julio and Corina masterfully improvise at Parakultural. The way they gave themselves to the dance, their playing, allowing us to witness what they were discovering together, was a magical moment to remember. The audience is very grateful.•
Copyright © El Tangauta 2007
Publicado en El Tangauta - EDICION nro 150
Traducción: Dolores Longo.
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